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Niñas valientes en la Literatura Infantil

El pasado día 3 de octubre di una pequeña charla sobre personajes femeninos en la Literatura Infantil y la necesidad de encontrar y crear heroínas capaces de ampliar ese mundo de posibilidades y opciones que las jóvenes lectoras van descubriendo a través de la lectura.

En el marco del curso “Mujeres valientes. Encuentros ciencia y cultura” organizado por la Universidad de Salamanca y la Junta de Castilla y León, hicimos un repaso a los deseos de independencia de Jo March en Mujercitas, la imaginación desbordante de Anne Shirley en Ana de Tejas verdes, la fuerza de Wonder Woman en el Universo Marvel de los años 40, la rebeldía de Pipi Calzaslargas, el valor ante las adversidades del mundo real de muchas de las novelas de María Gripe o Christine Nöstlinger, la mirada crítica de Mafalda, la lucidez de Matilda, la esencia como personaje, sin que importe en realidad su género, de Momo, la inteligencia de Hermione Grange en Harry Potter ola curiosidad científica de Calpurnia Tate. Afortunadamente son muchos los ejemplos de personajes femeninos con carácter, que a su vez sientan las bases, como ocurre siempre en la literatura, de nuevos personajes que agrandan en el imaginario colectivo.

Sin embargo, esto no impide que las librerías y las lectoras sigan sufriendo- a veces parece que con creciente intensidad-, ese sarampión rosa que tiñe algunas estanterías. Princesas preocupadas tan solo por vestidos y coronas, aturdidas por tanta purpurina, íntimamente convencidas que su principal objetivo en la vida, aquello por lo que serán valoradas y tendrán éxito al final de su aventura, ha de ser resultar atractivas y para las que la conquista del amor es la máxima expresión de felicidad y de desarrollo personal. Una tendencia que encuentra continuidad, no hay duda, en muchas novelas juveniles y para el público en general.

No es una lucha menor. Por un lado el deseo de ampliar el mundo, de tratar de igual a igual a lectores y lectoras, de retarles si es necesario. Y por el otro el deseo de mantener “a salvo” a las jóvenes lectoras, envolviéndolas en algodones y vendiéndoles insistentemente un mundo blando e indoloro en el que son el centro y , a la vez,  poco más que un elemento decorativo. Un deseo que se ve reforzado por los intereses económicos, ya que gran parte de las series para chicas y libros específicos que vemos en las librerías y centros comerciales son fruto de una estrategia de marketing que persigue, a través de la segmentación del mercado, ampliar las ventas y atacar con toda la artillería (léase rosa y purpurina) tanto a las jóvenes lectoras como a aquellos adultos que, despistados, buscan algo para ellas.

Todo esto no es algo nuevo, pero es algo sobre lo que hay que seguir reflexionando y actuando. Cada uno en su ámbito, como padres, como libreros, lectores, autores, editores. Porque si bien soñar con princesas no es nada malo, el empobrecimiento que supone ceñirse repetidamente a esas lecturas sí limita el horizonte en un momento en el que la personalidad y los intereses de las lectoras y lectores está en pleno crecimiento.

En la imagen, una doble página del estupendo álbum “Olivia y las princesas”, de Ian Falconer, publicado en castellano por Fondo de Cultura Económica. Una cerdita con mucha personalidad que se pregunta, a su manera, por todos estos temas.

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